lunes, 30 de julio de 2007

Nudos - Ronald Laing





Ellos juegan un juego. Ellos juegan a no jugar un juego. Si yo les muestro que lo veo así, romperé las reglas y ellos me castigarán. Yo debo jugar el juego de ellos, que consiste en no ver que yo veo el juego. ****** Ellos no se divierten. Yo no puedo divertirme si ellos no se divierten. Si yo los hago divertirse, podría divertirme con ellos. Hacerlos divertirse no es entretenido. Es un rudo trabajo. Podría divertirme descubriendo porqué ellos no se divierten. No se me prohibe complacerme en buscar porqué ellos no se divierten. Pero hay un cierto placer en aparentar ante ellos que yo no me divierto, en descubrir porqué ellos no se divierten. Se aproxima una niña y me dice: "Divirtámonos". Pero divertirse es una pérdida de tiempo, porque esto no ayuda a descubrir porqué ellos no se divierten. ****** Nosotros tenemos el deber de enseñar a nuestros hijos a que nos amen, nos respeten y nos obedezcan. Si ellos no lo hacen, deben ser castigados, si no, nosotros no estaríamos cumpliendo nuestro deber. Si ellos crecen amándonos, respetándonos y obedeciéndonos, seremos bendecidos por haberlos educado bien. Si ellos crecen sin amarnos, respetarnos ni obedecernos, o bien los hemos educado convenientemente, o bien no lo hemos hecho. Si lo hemos hecho, debe haber algo que anda mal en ellos; si no lo hemos hecho, debe haber algo que anda mal en nosotros. Los hijos tienen el deber de respetar a sus padres. Y los padres tienen el deber de enseñar a sus hijos a respetarlos dándoles un buen ejemplo. Los padres que no dan un buen ejemplo a sus hijos no merecen su respeto. Si nosotros les damos un buen ejemplo, creemos que al crecer nos estarán agradecidos porque ellos mismos llegarán a ser padres. Si ellos son insolentes, no nos respetarán por no haberlos castigado por no respetarnos. No es bueno mimar a un hijo. Hacer lo que ellos quieren es lo más fácil, pero ellos no nos respetarán por dejarlos salirse con la suya. Cuando crezcan, no nos respetarán si no los castigamos por no respetarnos. ****** Mi madre me ama. Yo me siento bien. Me siento bien porque ella me ama. Soy bueno porque me siento bien. Me siento bien porque soy bueno. Mi madre me ama porque soy bueno. Mi madre no me ama. Yo me siento mal. Me siento mal porque ella no me ama. Soy malo porque me siento mal. Me siento mal porque soy malo. Soy malo porque ella no me ama. Ella no me ama porque soy malo. ****** Yo no me estimo. No puedo estimar a alguien que me estime. Sólo puedo estimar a alguien que no me estime. Yo estimo al que no me estima. Yo menosprecio al que no me menosprecia. Sólo una persona despreciable podría estimar a alguien tan despreciable como yo. No puedo amar a alguien a quien yo menosprecie. Si amo a alguien no puedo creer que ese alguien me ame. ¿Qué prueba podría darme? Ciertas personas tienen indiscutiblemente una notable capacidad de tener a los demás bien atados con nudos. Hay quienes destacan en hacer nudos y quienes destacan en dejarse enredar. Con frecuencia, ni el que ata ni el atado saben cómo sucede esto o no tienen conciencia de que ya está sucediendo. Impresiona constatar hasta qué punto les resulta difícil a las partes en juego ver lo que pasa. No olvidemos que el hecho de no ver que existe un nudo forma parte del nudo. Ronald D. Laing. Psiquiatra inglés.




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