jueves, 2 de agosto de 2007

Por qué Saramago odia a las mujeres por Orlando Barone

Cuando la mujer está en el poder pierde tres condiciones que la diferencian del hombre: pierde la sensatez, la solidez y la objetividad”. Lo dice el escritor José Saramago desde una entrevista en España que dio la vuelta al mundo y que ha empezado a cosechar refutaciones y enojos. Incluso de travestis y de gays tocados en sus principios más femeninos.

¿Así que cuando las mujeres tienen poder pierden todo eso? Que me perdone Saramago, Premio Nobel y todo; que se dedique al “Ensayo sobre la ceguera” (libro que le salió bastante bien) porque al mundo de las mujeres no lo ve ni aunque lo pongan a ver el baile del caño. Por lo pronto no conoce a las mujeres argentinas. Aquí cuando llegan al poder, sea el de más alta jerarquía o la dirección de la guardería del barrio; sea un despacho con baño intimo privado donde guardar bolsos fraternos; o una oficinita ambiental a orillas del Riachuelo decorada estilo Kioto, o cuando consiguen un cubierto en la mesa de Mirtha Legrand, las mujeres ejercen el poder con autonomía próspera. Entonces potencian la “sensatez” de aumentar su guardarropa, de aumentar la “solidez” de su retahila de género y de aumentar la “objetividad” para darse cuenta que desde ese lugar no hay varón al que tenerle miedo. Y que, al contrario, hay que inferiorizarlo como se merece.

Aprender de la Carrió que sin llegar al poder ya los patotea y les anuncia profecías trágicas donde los varones políticos van a ser excluidos del colosal parto argentino. O aprender de Cristina Fernández a la que Chiche Duhalde odia porque le atribuye exageradamente más coeficiente masculino que a todos los disidentes peronistas de San Luis, incluso su marido: que lo tenía todo y ya no tiene ni poder en la feria de La Salada. Aquí, en cambio, sobran modelos de mujeres en el poder que no pierden nada de eso que dice Saramago. Y que al contrario aumentan sus ganancias, sus enemigos y sus fracasos. Saramago ya está mayor y viene con el lastre de su espesa cronología portuguesa donde la mujer no se ha lucido como la más actualizada del mundo. Mucho fado melancólico y poco Madonna y París Hilton. Él no entiende que el asunto no es que la mujer pierda sensatez -cualidad que no tiene nunca ni en el balcón terraza ni en la planta baja– sino que prescinde de ella a propósito y con entusiasmo. Porque la mujer en el poder se despoja de ese grado de alta simulación con el que sobrevive mientras el poder está lejos y ella tiene que aguantarse la superioridad falsa de jefes machos gnomos y de acosadores estúpidos. Lo que Saramago no sabe cuando dice que la mujer en el poder pierde sensatez, solidez y objetividad, es que todo eso que él dice no lo tiene nunca.

Lo que siempre tiene la mujer es el poder de hacer hablar de ella a los varones. Ni siquiera pudo resistirse Saramago. Y yo tampoco.


Orlando Barone

http://www.continental.com.ar/noticias/453152.asp
Carta Abierta leida por Orlando Barone
en el programa La Mañana de Víctor Hugo Morales











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