jueves, 22 de noviembre de 2007

AMAR Y PERMANECER - Graciela Cohen


ENAMORAMIENTO - El alma cae en el amor



Mientras tanto Afrodita, que estaba viendo la escena, mandó a su hijo Eros, el dios del Amor, un dios alado, a que matara a Psiquis con una de sus flechas. Eros, siguiendo los mandatos de su madre, se dirigió hacia la cima de esta montaña, pero cuando empezó a sobrevolar sobre Psiquis, se quedó impactado por su gracia y accidentalmente se pinchó con una de sus flechas … y se enamoró completamente.

Y en ese estado de profundo amor le pidió a su amigo, el viento del oeste, que la llevara desde la cima de la montaña hasta el valle, y entonces Psiquis que estaba esperando en esa oscuridad el casamiento con la muerte se encontró de pronto viviendo en un hermoso palacio que estaba en el jardín del paraíso.

Invisibles sirvientes la servían, y tenía todo lo que necesitaba y deseaba. Eros venía a visitarla todas las noches y la hacía su esposa. Sólo con una condición: de que nunca lo viera. En esa época, los mortales y los dioses no podían casarse. Psiquis no debía saber quien era su esposo, ella aceptó vivir en ese paraíso maravilloso, en ese reino mágico ella aceptó la única restricción … no podía ni verlo, ni conocerlo.

Entonces Eros va a matar a Psiquis y se pincha con una de sus flechas, flechas que matan de muerte y matan de amor … y se enamora mágicamente.

Como llevado por un embrujo después de haber tomado de una poción mágica, siente un deseo irresistible de unión y por ser el dios alado del Amor llama a sus amigos los Vientos del Oeste, para que la lleven volando al jardín del paraíso.

El amor viaja en el viento, ellos son los grandes comunicadores del amor, el amor como los vientos, toca a todos cuando se mueve y Eros sabe donde están las cunas de los vientos.

¿Dónde nacen? ¿Al sur, al norte, al este o al oeste? Eros, el amor es amigo de los vientos. Él viaja en ellos, nosotros no sabemos donde nacen, sólo podemos saber algo de cómo son.

Hay vientos que susurran secretos y otros que se llevan todo a la tierra del olvido. Simún, monzones, alisios. Hay vientos con nombres femeninos -Shirley, Elsa, Aracatí-, vientos fuertes, calientes, vientos desatados, sofocantes, de mar, apacibles, vientos de distintos momentos del día, del desierto, del sur del norte del este del oeste, fatales, húmedos, vientos de brujas y demonios.

Los dioses dieron nombres a los vientos, por ejemplo la diosa Kore, la virgen doncella corre por donde se pone el sol en el solsticio de verano. El viento euro del oriente corresponde a una personificación femenina representada como una joven alada con flores, de allí viene el nombre Europa. Los vientos suaves del otoño se llaman brisas por la diosa Brisis, y la Diosa Cloris engendró el viento tempestuoso llamado Céfiro que, con cara amable, hace desaparecer los suaves vientos del otoño. Y ese viento es, precisamente, el que invocó Eros para que se llevara a Psiquis al jardín del paraíso. Un viento tempestuoso, rico en iones positivos, que siempre presagia problemas. Mi amigo Hugo me dijo un día «la mujer libre es un viento en sí misma, el hombre fuerte sabe cabalgar los vientos».

Eros, el amor, viaja en los vientos, en las flautas, los acordeones, bandoneones y violines. Todos ellos son los instrumentos con los que el amor nos lleva nuevamente al paraíso.

Entonces Psiquis que estaba esperando en esa oscuridad el casamiento con la muerte se encontró de pronto viviendo en un hermoso palacio que estaba en el jardín del paraíso.

La estadía en el «jardín del paraíso» es la primera iniciación de Psiquis, el Alma comienza a viajar hacia un mundo diferente, un mundo paralelo, otra tierra, un mundo subyacente, celeste, aéreo, sin gravedad, donde «la comida no tiene peso y los asistentes son invisibles», dice la versión original del relato.

Psiquis, fascinada, espera a Eros cada noche … la atracción de los opuestos comienza su giro … volvemos a escuchar el susurro de ese gran chisme divino, y renace con frenesí en nosotras la idea platónica de que al comienzo éramos dos en uno, luego fuimos separados y, desde entonces, estamos buscando nuestra mitad.

¿Por qué Eros se va de día y vuelve todas las noches?

Eros no la abandona, siempre vuelve, siguiendo un ritmo va y vuelve, va y vuelve. Así se mueve el amor, aumenta y disminuye, va y vuelve; y como ocurre en el mito, el Alma se alimenta con la memoria del amado hasta que se produce el regreso.

Psiquis está embobada … Cuando pasamos por esto, sufrimos de un enamoramiento que nos deja bobas. Psiquis es como la Madame Bovary de Flaubert.

¡Quién no conoce ese tipo de enamoramiento! ¡Quién no ha pasado alguna vez por allí! Sólo aquel, que lo ha vivido puede reconocer en él una especie de locura, una especie de alucinación, un estado de fascinación donde uno no puede vivir sin la presencia del otro. Cuando atravesamos ese momento, estamos sumergidas en un espacio y en un tiempo mítico, no es un tiempo real, podríamos dejar todo lo que hemos construido para ir con ese otro.

Estamos tomadas por un cuento sagrado, embriagadas disfrutamos el encuentro, damos un paso moviéndonos de la virginidad al noviazgo, y emborrachadas, confundimos imagen con esencia, proyección con realidad. En ese sentido digo que es una especie de locura que puede durar un segundo o años, estamos ciegas, ciegas de amor, locas de amor.

El amor y el Alma se tornan mutuamente objetos de un sueño común, nuestra alma mortal anhela su inmortalidad a través del amor y Eros, el dios aéreo y alado se materializa a través de Psiquis.

Así el Alma entra en las glorias del primer amor.

Psiquis «cae en amor» y entra en el paraíso donde vive en un mundo imposible de haber sido descripto antes. Así cae en amor el principio femenino, no cae hacia abajo, cae hacia arriba, vuela.

El Alma cuando se conecta con el amor siempre vuela, vuela cuando sube y vuela cuando cae.

… el alma cae en amor …

… el alma sube en amor …

Al tornarse vaporosa el Alma se eleva y se confunde, es inevitable. Inexperta, cree que finalmente ha llegado, todavía no reconoce que está en un proceso. Es como si estuviera en una estación de tren y lo viviera como si finalmente hubiera llegado a su hogar.

En este momento del relato el Alma comienza el descenso y como dice Julio «No toda recaída va de arriba a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa, cuando ya no se sabe dónde se está».9

Comprender la sutileza de caer en amor es dejarse caer sin que la caída nos mate. Psiquis esta aprendiendo a caer sin morir, a mantener el fuego a pesar del frío, a diferenciar un sentimiento de amor verdadero hecho de un calor que nutre la realidad con su ternura, de la insensibilidad de un mundo emocional lleno de películas con la actuación de estrellas sin luz propia.

Este momento crucial nos da la oportunidad, como todos los inevitables descensos, de realizar el gran aprendizaje que significa, caer con ojos que ven y corazón que siente.

… EL ALMA CAE HACIA ARRIBA …

El autor de este Fragmento de Libro es Graciela Cohen

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