domingo, 14 de octubre de 2007

LOS NOMBRES DE LAS COSAS - Leopoldo de Luis



De "Juego limpio"
1961

Si decimos madera, se oye el viento
poniendo entre los árboles su música,
como cuando al nombrar el pan nos llega
vaho caliente de la mies madura
y al decir vino es un otoño claro
lo que nos toca con su mansa lluvia.

En el ala del nombre cada cosa
trae el olor de una sustancia pura,
la lejana verdad de su materia,
los cálidos cimientos que la fundan.

Si decimos madera suena el golpe
del leñador entre las altas plumas
vegetales, la sombra campesina
si pan decimos fugitiva cruza
y la mano artesana que levanta
la nívea luz de la amasada espuma,
y el rumor jornalero en los lagares
si vino dice nuestra voz, se escucha.

En la arcilla del nombre cada cosa
como en pequeños ríos acumula
el humano sudor, el noble esfuerzo
para su claridad primera y última.

Hasta nosotros vienen nombres, cosas:
madera, vino, pan, metales, frutas...
Satélites diarios nos rodean,
sus solícitas sombras nos ayudan.

Tienes que pronunciar los nombres, hijo,
de las cosas sintiendo su profunda
realidad de materia y su invisible
condensación de vida. Tal la pulpa
de una almendra, en la cáscara del nombre
trozos de vida, vidas diminutas,
duermen y se despiertan en tus labios,
hijo, cuando tus labios las pronuncian.

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