domingo, 29 de julio de 2007

Discriminaciòn

A veces la discriminación está más en los que se sienten discriminados. La susceptibilidad de la personas, motivada por experiencias del pasado, hace que cualquier palabra o detalle, los haga ponerse a la defensiva y se sientan heridos. Todos somos miembros de una misma raza, la humana.

Es el miedo el que hace que se dé. El que discrimina es porque siente miedo del otro, y el que se siente discriminado también siente miedo.

Y el miedo existe por la falta de amor.
Tratar de localizar las "raíces" de nuestra identidad en un grupo racial o étnico particular es una ilusión. Es como un espejismo en el desierto. Tal sentido de identidad, lejos de servir como una base común de pertenencia compartida por todos, sólo realza las diferencias entre uno y los otros, y se convierte en una causa fundamental de conflicto y agresión. De hecho, si los miembros de cada grupo se retiran, buscando sólo sus propias raíces y orígenes, la sociedad puede resquebrajarse en mil pedazos, dividiendo un vecino contra otro y ocasionando resultados trágicos.

Lo que se necesita hoy en día es una transformació n fundamental de nuestro entendimiento de lo que significa ser humano. No debemos someternos a una nacionalidad o a una etnia. No debemos pensar que somos impotentes. No debemos considerarnos esclavos de nuestros genes. Fundamentalmente, tenemos un inmenso e ilimitado potencial. En esencia, cada ser humano es uno con el universo. ¡Cada individuo posee un inmenso poder y un infinito valor!

Es vital establecer en el corazón de cada persona una nueva y más profunda visión del ser humano, una visión que realce la dignidad inherente y la igualdad de todos los seres humanos. Yo creo que la solución más acertada al problema de la discriminación racial es una Revolución Humana, una reforma interior en las profundidades de la vida de los individuos para transformar el egoísmo que justifica el sometimiento de otros, y reemplaza por una visión llena de misericordia que no ve deferencias entre uno mismo y los otros y se esfuerza por lograr la coexistencia entre toda la gente.

La discriminació n es absolutamente maligna. Aquellos cuyas mentes están atrapadas en el engaño perjudican la vida de los demás, así como la propia.

La Tierra nos nutre a todos. Revitaliza a todo la gente sin distinción. Un vibrante manantial de pura misericordia surge de su suelo, y si podemos encontrar nuestras más profundas raíces en ese manantial que sustente toda la vida, entonces las diferencias superficiales de género y etnia no sólo dejarán de dividirnos, sino que nos enriquecerán a todos.

Por Daisaku Ikeda

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