Cada uno en el rumor de sus talleres
a diario la patria se fabrica.
El carpintero la hace de madera
labrada y de virutas amarillas.
El albañil de yeso humilde y blanco
como la luz.
El impresor de tinta
que en el sendero del papel se ordena
en menudas hormigas.
De pan y de sudor oscuro el grave
campesino.
De fría
plata humeante y relente
el pescador.
El leñador de astillas
con forestal aroma cercenada.
De hondas vetas sombrías
el minero.
De indómitas verdades y hermosura, el artista.
Cada uno hace la patria
con lo que tiene a mano:
la sumisa herramienta,
los vivos materiales de su quehacer,
un vaho de fatiga,
una ilusión de amor,
y en fin,
la rosa de la esperanza,
aun en la sonrisa.
Leopoldo de Luis
Construir la historia, volver sobre la historia...
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