Soy una gaviota que ha volado por muchos mares y se ha posado en muchos peñascos,
que se ha enamorado del amor,
que ha volando siempre contra el viento de la mañana para sentir sus caricias,
bebiendo la libertad despacio y de a sorbos pequeños;
que ha dejado sus huellas en arenas ardientes,
con el sol y las estrellas como mudos cómplices
que siguen acunando fantasías y sueños que nunca mueren.
Observo desde la altura, desplegando mis alas en vuelo de cortejo, esperando que te eches al viento, y vengas a mi encuentro, aleteando con la frescura de tu poesía y la agudeza de tu inteligencia y sensibilidad...
Anònimo
domingo, 22 de abril de 2007
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